En la entrada de Piedra Colorada se vive la humanidad de Jesús de Nazaret.

Estos dos meses visitando, compartiendo y celebrando la vida con las familias de “Entrada de Piedra Colorada” han sido impactantes y contagiosas. La gente sencilla y noble siempre tiene algo bueno y generoso qué decir y cómo decirlo. Eso permite que uno pueda encontrarse con Jesús en medio de una realidad bastante desconocida para no pocos.

Hemos estado celebrando la Palabra todos los domingos; llevamos la comunión a los consentidos del pueblo que son nuestros abuelos; vamos poco a poco iniciando y madurando la fe a través de la catequesis para los niños y jóvenes. Todos los fines de semana queremos sentir el dolor humano de quienes están enfermos, para después celebrar también con ellos su recuperación y vuelta al trabajo.

Hablar del impacto bueno de la vida de Jesús en nuestra propia vida, hace que la visita casa por casa y persona a persona tenga un sentido profundo y sincero. Estos meses han servido también como preparación a vivir el nacimiento de Jesús, que nace de nuevo en cada corazón y pensamiento.

Acompañando el trabajo arduo y valiente de los agricultores, apoyando en el café mañanero de las madres madrugadores, celebrando el cumpleaños de las personas, apostando por la justicia social cuando no les llega el agua ni el gas a las familias, cuando compartimos la buena noticia de Jesús de Nazaret en la sala de la casa; con todo esto y más, hacemos que cobre sentido profundo y bien sustentado nuestros dos días de pastoral y cercanía con nuestra bella gente de la entrada de piedra colorada.

Estos meses yendo a visitarlos ha tenido sentido cuando recordamos los rostros y nombres concretos. Cuando nos damos cuenta que involucrarse con los más alejados nos da una orientación decisiva en aquellos quienes queremos seguir a Jesús, nuestro Hermano Mayor.

Esto es algo bueno que está pasando, y que está valiendo la pena. Vale la pena acompañar en la vida de todos estos protagonistas de la misma vida de Jesús. Para todos ellos unas grandiosas gracias, por este enriquecimiento vocacional y humano.  Jean Romero NSJ