Quiero contarte algo:
Entre el 9 de febrero y el 27 de
marzo estuve en el Colegio Loyola Gumilla, de Puerto Ordaz, para vivir lo que
en el noviciado jesuita se conoce como Experiencia de Colegio. Lo vivido ha
sido significativo.
En niños de preescolar y de
primaria, en jovencitos y no tan jovencitos de secundaria y también en
muchachos del Programa de Liderazgo de la UCAB-Guayana (con quienes tuve la
oportunidad de trabajar y compartir un rato) he encontrado evidencias de que
los tiempos que corren son difíciles para la vida religiosa, pero también he
encontrado razones para seguir optando por este modo de vivir la fe.
Aunque uno, como religioso, puede
ser blanco de fuertes críticas o de cuestionamientos, sucede algo que anima:
hay jóvenes dispuestos a escuchar, a reflexionar, a hacer silencio y a
encontrarse consigo mismo y con Dios. Son como gasolina para los que optamos
por este estilo de vida. Pero también hay otro tipo de gasolina que igualmente
enciende los motores y nos pone en marcha: son esos jóvenes que hoy, producto
del contexto, resultan más vulnerables frente a antivalores tales como la indiferencia, la apatía o la superficialidad.
En todos ellos he encontrado motivos para seguir viviendo esta locura de la
vida religiosa y para seguir buscando maneras de presentar a Jesús como esa
persona que nos regala la felicidad que tanto anhelamos y que tanto buscamos.
La vida de muchos jóvenes
venezolanos, tan llena de cosas y tan carente de sueños (y perdona que
generalice), tan sumergida en la era tecnológica y tan extraviada entre
archivos digitales, nos plantea grandes retos. Hoy, en medio de la dificultad,
se esconden grandes oportunidades que debemos descubrir; son las oportunidades que
necesitamos para mostrarles a los jóvenes que Dios se pasó de la raya, pues nos
ha creado para la gloria suya.
Entonces tú me preguntarás: ¿Y qué es eso de la gloria
de Dios? A lo que responderé: la gloria de Dios es que seamos felices, pero
auténticamente felices. Definitivamente Dios se pasó, pero se pasó de bueno.
Que su gloria sea nuestra felicidad: ¡Na guará! Cómo no dar a conocer a un Dios
así. Cómo no anunciar a nuestros jóvenes la Buena Noticia que es el Dios de
Jesús de Nazaret. Este tiempo de crisis, de quiebre, de dificultad es una
oportunidad para que la vida religiosa se haga presente en medio de nuestros
jóvenes invitándoles a vivir verdaderamente y a contagiar
de vida
a otros.
Por: Erick S. Mayora, NSJ
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