Wednesday, April 22, 2015

“Gasolina 91 y 95 para la vida religiosa, por favor”

Quiero contarte algo:

Entre el 9 de febrero y el 27 de marzo estuve en el Colegio Loyola Gumilla, de Puerto Ordaz, para vivir lo que en el noviciado jesuita se conoce como Experiencia de Colegio. Lo vivido ha sido significativo.

La experiencia, que coincidió con el tiempo de cuaresma, fue una oportunidad para compartir con la comunidad educativa, especialmente con los estudiantes de todos los niveles, la bondad y el amor que definen al Dios de Jesús de Nazaret, que es el Dios de nosotros los cristianos.



En niños de preescolar y de primaria, en jovencitos y no tan jovencitos de secundaria y también en muchachos del Programa de Liderazgo de la UCAB-Guayana (con quienes tuve la oportunidad de trabajar y compartir un rato) he encontrado evidencias de que los tiempos que corren son difíciles para la vida religiosa, pero también he encontrado razones para seguir optando por este modo de vivir la fe.

Aunque uno, como religioso, puede ser blanco de fuertes críticas o de cuestionamientos, sucede algo que anima: hay jóvenes dispuestos a escuchar, a reflexionar, a hacer silencio y a encontrarse consigo mismo y con Dios. Son como gasolina para los que optamos por este estilo de vida. Pero también hay otro tipo de gasolina que igualmente enciende los motores y nos pone en marcha: son esos jóvenes que hoy, producto del contexto, resultan más vulnerables frente a antivalores tales como la  indiferencia, la apatía o la superficialidad. En todos ellos he encontrado motivos para seguir viviendo esta locura de la vida religiosa y para seguir buscando maneras de presentar a Jesús como esa persona que nos regala la felicidad que tanto anhelamos y que tanto buscamos.

La vida de muchos jóvenes venezolanos, tan llena de cosas y tan carente de sueños (y perdona que generalice), tan sumergida en la era tecnológica y tan extraviada entre archivos digitales, nos plantea grandes retos. Hoy, en medio de la dificultad, se esconden grandes oportunidades que debemos descubrir; son las oportunidades que necesitamos para mostrarles a los jóvenes que Dios se pasó de la raya, pues nos ha creado para la gloria suya.

Entonces tú me preguntarás: ¿Y qué es eso de la gloria de Dios? A lo que responderé: la gloria de Dios es que seamos felices, pero auténticamente felices. Definitivamente Dios se pasó, pero se pasó de bueno. Que su gloria sea nuestra felicidad: ¡Na guará! Cómo no dar a conocer a un Dios así. Cómo no anunciar a nuestros jóvenes la Buena Noticia que es el Dios de Jesús de Nazaret. Este tiempo de crisis, de quiebre, de dificultad es una oportunidad para que la vida religiosa se haga presente en medio de nuestros jóvenes invitándoles a vivir verdaderamente y a contagiar de vida a otros.

Por: Erick S. Mayora, NSJ 

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