Wednesday, April 22, 2015

Semana Santa Jusepín 2015

La experiencia de dar aún en medio de tantas carencias

El sábado 28 de marzo en la noche, en la Iglesia de El Furrial, en el estado Monagas, se llevó a cabo la misa de envío de aproximadamente veinte jóvenes misioneros que llegaron a ese pueblo para vivir, en distintas comunidades de la parroquia Nuestra Señora de Coromoto –de Jusepín-, el Campamento Misión Semana Santa 2015.

Ese sábado en la noche Johjandri Pérez, Bryan Bolívar (ambos provenientes de Maturín) y mi persona salimos rumbo a la comunidad Nuestra Señora de la Candelaria. Ahí nos recibieron niños, jóvenes y mujeres adultas que trabajan permanentemente por mantener viva, en su terruño, la fe católica.

Con participación de la comunidad, el domingo 29 de marzo en la mañana planificamos todas las actividades que llevaríamos a cabo. Ese mismo día en la tarde arrancamos con la procesión de palmas. Además de las actividades litúrgicas y religiosas propias de cada día, tuvimos encuentro con niños, jóvenes y adultos, visitamos decenas de hogares, limpiamos el templo y pudimos constatar una verdad clave para el cristiano: la gente sencilla no da de lo que le sobra, da generosamente de lo poco que tiene. Lo vimos y lo vivimos, por ejemplo,  en cada mesa a la hora de las comidas.

Fue esta Semana Santa un tiempo de muchas actividades, pero hasta el cansancio se disfruta cuando se experimenta la dicha de haber trabajado por el Reino de Dios. En estos días santos he confirmado una intuición que me acompaña desde hace rato: no hay misión sin comunidades de acogida. En este sentido, los misioneros no son solo los que llegan a la comunidad, los misioneros también son quienes acogen a los visitantes. Te reciben con una frase especial: “Llegaron los misioneros”, una frase especial pero incompleta, pues ellos también son misioneros.

Sin duda, ha sido una semana para recargar las baterías, para verificar que Dios hace cosas grandes en el corazón de cada uno de sus hijos. Dios ya ha hecho su parte. Eso lo constatamos por todos lados. Ahora nos toca a nosotros, animados por la experiencia de la resurrección,  seguir trabajando con el objetivo de invitar a cada hombre y a cada mujer, a cada niño, a cada joven a hacer su parte: abrir su corazón a Dios y extender su mano hacia Jesús para recorrer con él y con María el camino de la vida.


Por: Erick S. Mayora, NSJ

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