


Al final de la noche se
quiso cerrar este espacio de formación, compartir y espiritualidad
exteriorizando un poco lo experimentado, para esto se organizó una visita a un
hospital de Mérida y se les entregó a cada paciente, familiar y personal médico
de diferentes áreas del centro hospitalario un desayuno, este iba acompañado de
la mejor sonrisa y las más sentidas palabras de apoyo, que –aun después de una
larga noche de celebración y juegos- expresaban de manera auténtica las
vivencias y sentimientos que cada joven había experimentado en el encuentro con
Jesús y con su Espíritu que se convierte en motivo de ánimo, fuerza y valentía.
Disfruté compartir un Pentecostés
diferente con un grupo de jóvenes que se sienten parte fundamental de esta
Venezuela, que requiere cada día más personas comprometidas con el servicio,
prestas para las necesidades de los otros, deseosas del amor, la justicia, la
entrega que solo nacen de Papá Dios y que nos mueven a trabajar por lo que
creemos y queremos.
Juan
Hellburg SJ
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