Apreciados Hermanos,
Apreciadas Hermanas.
Hoy 17 de Junio nos
reúne la vida de la Sra Dulce. Hoy sentimos su partida. También sabemos por
nuestra fe que ella está en la casa del Padre. Ella participa de la promesa de
la vida eterna, que es estar junto a Dios, que le ha abrazado con su amor
pleno.
Hoy en esta misa de
despedida nos abruma el dolor, saltan muchas preguntas que a veces no tenemos
respuesta. Lo que sí sabemos es que la Sra Dulce siempre se preocupó por la
formación de la fe de toda la comunidad. Su amor a Dios era muy grande, por
muchos años fue catequista de muchos de esta comunidad, siempre queriendo que
todos aprendiéramos de los valores del evangelio.
La Sra Dulce ha sido
una madre y una abuela extraordinaria. Una mujer trabajadora, exigente, noble,
generosa. La Sra Dulce construyó con el Sr Segundo una familia extraordinaria,
su sello, su entrega, su amor, quedará grabado de manera tan especial en cada
uno de sus hijos, porque ella supo llegar y quedarse para siempre en nuestros
corazones. De ahora en adelante recordarla será una fuerza, una motivación, que
nos seguirá hablando en nuestro interior para que sigamos creciendo unidos como
una estupenda familia. Ella seguirá viva en nuestras vidas, porque una persona
que nos habló y nos enseñó con su ejemplo jamás muere, al contrario, vamos a
seguir caminando acompañados de su presencia amorosa porque ahora nos seguirá
ayudando desde el amor de Dios.
Para nosotros los que
hemos compartido desde el Noviciado, podemos decir que ella abrió su casa para
que los novicios pudieran hacer su pastoral en Padre Diego, siempre animando a
los novicios que año tras año han tenido la bendición de compartir con esta
comunidad. Su hospitalidad y su cariño para con nosotros lo hemos agradecido.
Hoy desde el cielo seguirá animándonos a seguir viniendo a compartir la vida,
la fe, las alegrías, y todo aquello que puede estar en nuestras manos.
La Sra Dulce hizo suyas
las palabras del apóstol Juan, porque ella amo a su familia, a su comunidad de
Padre Diego, a su Iglesia de la Guadalupe, a su grupo de Encuentrista, porque
ella experimentó que el bien hacia el otro le permitía vivir con alegría, le
permitía atender las preocupaciones de los demás, porque nos invitaba a
realizar la obra de caridad en el Honim haciéndonos muchas veces partícipes de
esa bella experiencia humanizadora. Ella entendió que el amor a Cristo estaba
en salir al encuentro de los demás. Ella dio su vida por los demás desde la
sencillez, desde la hospitalidad, desde la oración, desde el consejo,
desarrollo una sensibilidad por todo aquel que podía hacerle algo para su bien.
Toda esta experiencia
de fe que tenía la Sra Dulce se fundamentaba en la imagen de Jesús buen Pastor.
El Buen Pastor conoce sus ovejas y sus ovejas conocen a su Pastor. Es decir, la
Sra Dulce vivió confiada en Dios, sus esfuerzos, sus sacrificios, su
constancia, fue iluminada y guiada por esa experiencia de Dios que le permitió
ser instrumentos para que otros crecieran.
Hoy desde el cielo,
ella nos sigue animando a que nos mantengamos fieles a ese Buen Pastor, para
que nuestras vidas y nuestra familia sigan acertando en sus decisiones y puedan
cada día seguir alcanzando nuevos logros. La Sra Dulce desde el cielo se
convierte en una nueva ayuda que tiene esta familia, ya que ella va a seguir
como siempre intercediendo para que nosotros tengamos abundante vida. Que su
recuerdo nos siga alentando a dar lo mejor, como ella lo hizo en medio de
nosotros.
Que hagamos del salmo
nuestro consuelo, ya que solo en Dios encuentro descanso. Solo en Dios está mi
destino. Solo en Dios colocamos nuestra esperanza y nuestra fortaleza. Pidamos
al Señor, que siga siendo nuestra luz para seguir el ejemplo de entrega y de
amor que nos enseñó la Sra Dulce tanto en la familia como por los demás. Amén.
No comments:
Post a Comment