Tuesday, December 6, 2016

Betania: una historia de dignidad y superación que merece ser contada.


Debido a la situación del país, conocida por todos, la Parroquia Jesús de Nazaret ha dispuesto un comedor solidario; el proyecto Betania. Son más de 130 personas que reciben cada día el beneficio, en su mayoría niños y ancianos. Además del alimento diario, tan necesario en nuestros días, una vez a la semana una Sra. de la comunidad se acerca poco antes de la hora del almuerzo y les corta el cabello de forma gratuita. De igual forma, cada 15 días son pesados y evaluados para ayudar a su nutrición y salud.

Los días lunes, miércoles y viernes los novicios vamos a compartir y ayudar allá. Llegar a la parroquia y sentirnos en casa es un efecto inmediato; compartir la alegría de ayudar con gente que está igual que tantos pasándola difícil pero quiere hacer de su comunidad un espacio de esperanza. Entre cocinar, reírnos, compartir el evangelio,  limpiar o arreglar el comedor que se arma de forma casi milagrosa con tablas y sillas diferentes se disfruta las primeras horas de la mañana.

Poco a poco a partir de las 11 de la mañana van llegando las personas que confían en que haya gente que done alimentos y otras tantas (más de 10) que los preparen. Hablar con estas personas, conocer sus historias y ver como a pesar de las adversidades siguen teniendo esperanza es motivo de alegría y de continuar con el trabajo. Detrás de cada cara feliz o triste hay una historia de dignidad y superación que merece ser contada.

Cuando son las 12 m ya todo está listo: música de fondo y una mesa con manteles y flores espera a sus fieles comensales. Betania quiere además de dar comida, servir dignidad y esperanza. Es por eso que los primeros 2 minutos se hace una oración, reflexión o motivación para entender que este comedor aunque es un “milagro de Dios” es también momentáneo. Como Dice la Hna. Maigualida, de las Hnas. Misioneras Medicas y coordinadora del proyecto: “Ojala y este tipo de iniciativas no fuesen necesarias en este país, pero como lo son, lo haremos de la mejor manera posible”. Luego las personas comen, comparten entre ellas y se retiran con una sonrisa y con el estómago lleno. Es momento de que los voluntarios coman y puedan también solventar su ración diaria de comida.

Betania nos recuerda que aun en las dificultades internas y externas hay gente que apuesta por otra, que quiere un mundo mejor y sabe que aunque esta iniciativa no soluciona el desabastecimiento, da alimento y dignidad a mucha gente. A su manera, repite lo que hizo Jesús: ser signo. Él no quito las situaciones injustas de forma general, pero demostró que se pueden superar. Es tan gratificante y reconfortante poder ser hoy signo de ese Jesús que nos invita a concretar la fe y asumir a los demás como una familia. Un Jesús que nos invita a encarnarnos con la gente y encontrar nuestra vocación actualizada y en servicio a los Hijos de Dios: nuestros hermanos.

                                                                                                                                    Jesús Urribarri SJ

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