Thursday, February 2, 2017

El gusto de las hallacas sin garbanzo.

Esta navidad los novicios de primer año participamos en la experiencia de hospital, fuimos destinados al Pequeño Cottolengo Don Orione, desde el 8 de diciembre hasta el 03 de enero. La casa acoge a 96 muchachos con condiciones especiales y trata, en medio de la difícil realidad venezolana, de brindarles un hogar donde puedan desarrollarse dignamente. El encanto de la casa contrastaba con nuestros miedos y expectativas, ante un ambiente completamente desconocido.

Los primeros días nos costaron; tuvimos el cuestionamiento constante sobre la dignidad humana, la pobreza, la exclusión, los olvidados, es decir, los sujetos que motivan nuestro discurso y acciones de vida; sintiendo un conflicto interior sobre lo que decimos y hacemos ¿Cómo puede costarnos algo en lo que creemos? Pero fuimos entendiendo que el servicio, y la entrega por los demás, debe trascender incluso nuestras limitaciones, valorando la importancia de conocerlas y dialogar con ellas.

Con el trascurrir de los días nos fuimos vinculando afectivamente con cada uno de los jóvenes, transformando así, el servicio en compartir la vida con el otro. Aprendimos nuevas claves de relación y comunicación, estamos convencidos que las que predominan en la sociedad no son las únicas, ni las más importantes. En medio del Pequeño Cottolengo iba naciendo un Jesús que nos interpelaba y nos hablaba directamente al corazón, preguntándonos si estábamos dispuestos a volver a nacer con él, a gustar y sentir su presencia en estas tensas realidades humanas.

Son muchos los trabajadores y voluntarios que desde el Pequeño Cottolengo están construyendo un nuevo mundo, convencidos de que es posible la fraternidad y la justicia, donde los últimos son los primeros. Con toda la familia de Don Orione hemos aprendido a disfrutar de las hallacas sin garbanzo, es decir, gustar de aquello que nos reta y sorprende, a lo que no estamos acostumbrados y rompe nuestras estructuras, del Jesús que nació en un pesebre.

La experiencia de hospital reaviva el fuego de nuestra vocación, que va optando por esta mínima Compañía en el seguimiento al Jesús que para nosotros volvió a nacer este 25 de diciembre y al que, como los pastores, hemos visto con ojos nuevos.
Roberto Ferrer SJ

Jesús Linares SJ

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