El
tiempo de noviciado representa una experiencia de crecimiento y cercanía con la
persona de Jesús de Nazareth, quien se hizo pobre y humilde para afrontar la realidad dura que le tocó
vivir; haciéndose responsable y asumiendo el proyecto del Padre con compromiso
y generosidad.
En
este día especial también nosotros queremos agradecer a Dios por la invitación
que nos hace desde la Compañía de Jesús a entregar nuestras vidas al servicio
de los más necesitados. En concreto, Papá Dios se nos hace visible a través de
los rostros de muchas personas que durante estos dos años han sido
colaboradores de la transformación que Dios ha venido haciendo en cada uno,
ellos representan la verdadera escuela de servicio, ánimo, entrega y confianza
que en este tiempo se han hecho ejemplo vivo de la llegada del Reino.
Un
agradecimiento a nuestros familiares, quienes han alentado nuestra vocación, y
nos acompañan desde la distancia brindándonos su cariño y amor incondicional. Son
también reflejo de la presencia del Padre que ha estado siempre cuidándonos y acompañándonos
en nuestro caminar.
A
la Compañía de Jesús, por su apuesta por cada uno, materializada en nuestros
hermanos jesuitas, quienes hoy celebran con nosotros las ganas de incorporarnos
a esta familia.
A
todos las personas (instrumentos del
Dios vivo y actuante) que estuvieron cercanas
en este proceso de formación, les expresamos nuestro cariño y nuestras
ganas de seguir construyendo junto a ustedes el proyecto al que Papá Dios nos
invita.
Por
nuestra vocación y servicio, por el amor recibido a través de los hermanos y
hermanas, por la misión en conjunto… Gracias, Señor, Gracias.
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