
Nos encontramos
con una juventud que quiere darle sentido a su vida desde la centralidad del
Dios de Jesús. Los chamos vivieron su ser misionero desde la oración, el canto
y el compartir fraterno. El campamento se
vivió bajo el lema de Don Pedro Legaría
“Sin fuego en el corazón no se puede quemar a otros”, y ciertamente que
los cincuenta y un (51) chamos que participaron en esta semana santa encarnaron
el fuego de la pasión por la vida que nos regala papá Dios.
Pasión y vida que
se vivió desde la sencillez, muy sentida en el toque de puerta para la
evangelización, en los abrazos y en la escucha que regalan compañía en cada visita,
en los brincos, saltos y alegrías que marcaron la disposición en el servicio y
trabajo con la comunidad especialmente con jóvenes y niños, entre los llantos y
consuelos que regalaba la oración, y el compartir los buenos días con la
arepita caliente, hasta el hablar y reír sin parar como muestra de vivir junto
al otro como familia.

Junto a Jesús
resucitado nos comprometimos a tener presente nuestros sueños, el impulso de
nuestros deseos para cambiar, a vivir enamorados de la vida para juntos
comenzar a trabajar con la juventud que afuera nos espera, a estar sensible a
la voz de Dios que quiere transformar la muerte en vida.
Agradezco a papá
Dios por el sentido de Iglesia en esta misión compartida, dos (02) Esclavas de
Cristo Rey: Hermanas Daniela y Yajanira, y dos (02) Jesuitas: Isaac y Francisco,
que en esta semana santa con mucha humildad tratamos de ser fieles servidores
de la misión de Cristo en medio de la juventud guara.
Nos despedimos
del campamento con la alegría de Cristo Resucitado. Nos acompañaron las
lágrimas no como símbolo de tristeza, más bien sellando todo lo vivido,
compartimos los abrazos como muestra de que en la distancia tendremos compañía,
las risas y las anécdotas que nos recuerdan que junto a Jesús somos hermanos, y
la frase que nos despidió: “Na´guara me vas hacer falta”, que en estos días de Pascua
hace eco en Los Pocitos, sabiendo que junto seremos más para acompañarnos en la
lucha, en la oración y en el querer animar con sabor a esperanza y resurrección
la vida de nuestra sociedad.
Francisco
Serrano SJ
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