Francisco Alejandro Serrano Wellman
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Casa de Ejercicios San Javier del Valle. |
En
la experiencia de ejercicios espirituales ignacianos, tuve la oportunidad de
encontrarme con Dios, desde los signos de mi inocencia, rescatando todas
aquellas vivencias que me dibujan en medio de la grandeza de Dios.
Al
Sentir de Dios su amor en mi historia estallo de alegría. Estallo por reconocer
su cercanía; cercanía que ha estado dándome vida, vida que hoy permite
reconocerme como parte de suya. Parte suya y obra suya que me invita a
construir la novedad de mi vida. Hoy siento tu rostro cargado de amor, mirada
llena de humanidad, tus manos llenas de mundo y tus píes llenos del polvo de la
historia, mi historia.
Resumo
mi experiencia de ejercicios espirituales sintiendo y viviendo a Dios desde la inmensidad del mar.
Dios es como el
ancho mar, infinito.
Dios es como el
ancho mar, bordea todo.
Dios es como el
ancho mar, dentro de él hay vida.
Dios es como el
ancho mar, cada ola arrastrada a la orilla es para recordarme que vengo del
infinito.
Dios es como el
ancho mar, aunque suba la marea, al día siguiente hay una nueva oportunidad.
Dios es como el
ancho mar, en lo infinito te espera una isla para descansar.
Dios es como el
ancho mar, su amor se desborda sobre la inmensidad.
Dios es como el
ancho mar, adorna los días con el sol, las aves y las nubes para agradar a su
humanidad.
Dios es como el
ancho mar, recibe a todo aquel que quiere disfrutar de su inmensidad.
Dios es como el
ancho mar, su llamada se siente como ola que a lo lejos no se distinguir, al
acercarse te sorprende chocando con la arena.
Dios es como el
ancho mar, con las olas borra las huellas de la arena para seguir a mi lado
haciendo caminos llenos de historias.
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