Durante esta
cuaresma tuve la oportunidad de vivir mi quinta experiencia de noviciado: la
experiencia educativa. Para mí fue una bendición poder realizarla en la escuela
técnica San Javier del Valle. Ya que representa de entrada buen clima y
hermosos paisajes, pero también te deja presenciar el amor y la dedicación que
hay de parte del personal directivo, administrativo, docente y obrero, quienes
entienden que trabajar en Fe y Alegría representa mucho más que un horario
laboral estricto sino que es una oportunidad de apostar por los jóvenes
venezolanos a través de una dedicación exclusiva y generosa; además pude
compartir con un gran grupo de muchachos que se piensan el país de forma
distinta y creativa, que creen en una formación técnica de calidad y que
apuestan por un oficio digno que les ayude a construir con claridad y
sinceridad un futuro próximo.
Mi
responsabilidad fue preparar para los estudiantes convivencias que les
permitieran pensarse el tema de proyecto de vida, con base en las 4 semanas de
ejercicios espirituales de San Ignacio, en medio de un ambiente entretenido que
facilitara el compartir y la interacción entre ellos y dirigidas a los
estudiantes de 1er a 5to año. Durante
estos días pude conocer sus historias, sus esperanzas y sus limitaciones, para
descubrir de la mano de papá Dios que parte importante de mi vocación se
concreta justamente en ello: compartir con jóvenes que representan el germen de
la Venezuela que quiero y que sueño.
Para finalizar
la experiencia y junto a las Hermanas Esclavas del Divino Corazón -quienes
apoyan con la dirección y la pastoral del colegio- organizamos una semana
vocacional. Días en los que los jóvenes disfrutaron de distintas actividades
que buscaban promover el encuentro y generar preguntas con respecto al sentido
de la vida, la vocación y la búsqueda de nuestro lugar en el mundo. Sin dudas, vivir la dinámica de San Javier
durante este mes, ha sido un regalo de papá Dios, donde pude enamorarme un poco
más de la labor educativa que ofrece Fe y Alegría y de la propuesta de
educación técnica que esta gran familia brinda a la juventud.
Todo este mes lo
realicé viviendo junto a varios compañeros jesuitas mayores, quienes me
recibieron con mucha apertura y disposición y me alentaron a seguir cultivando
la vocación a través del servicio y el encuentro con los demás. Sin embargo, de
manera muy personal, para mí lo más diciente fue poder observarles y darme
cuenta de la energía que a pesar de los años los mantienen prestos para la
misión y alegres con el servicio que cada uno ofrece, una gracia que viene de
Dios y que se concreta aquí, en medio de nuestro pueblo.
Hoy como siempre
nuestro hermano Jesús nos habla a través
de la realidad más cercana, de la juventud, de la situación del país, de una
vocación particular, con la actualidad y la novedad que solo él conoce,
conduciéndonos al encuentro con los más necesitados e invitándonos a ser cada
vez, con más urgencia, portadores de esperanza, símbolos de vida y de juventud.
Juan
Hellburg SJ

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