Sunday, April 3, 2016

EL DIOS DE LOS SUEÑOS APASIONADOS…



“Estoy pensado en ustedes en los que vendrán, en los que no conozco pero amo…”, esta frase que leí en el testamento del Padre José María Vélaz, le dieron un profundo sentido de familiaridad a lo vivido en la experiencia de colegio, en el internado Fe y Alegría San Javier del Valle en el estado Mérida.

En el colegio me encontré con jóvenes de la región zuliana, llanera y andina, me vi frente a frente con los hijos de un sueño, me tropecé con una infraestructura, me encontré con los frutos de una pasión encarnada en rostros de carne y hueso y en facciones de concreto. Compartí con los chamos de primero a sexto año de educación media técnica, en el contacto expresamos nuestros sueños, penas y alegrías y desde la vivencia diaria nos reconocimos amigos, panas y hermanos. 

En cada vivencia me disfrute ver a esta juventud que sueña, que desde el colegio se hace sensible al trabajo del ordeño y el cultivar la tierra, vi una juventud que se inventa, que sube a los talleres de electricidad y mecánica a querer aprender armar piezas y piezas y con sus chispas de ingenio gritan ¡eureka!, reí al son de la creatividad cuando vi a muchos jóvenes frente a los telares y máquinas de coser combinando colores y bordados, de seguro que cualquier diseñador los hubiera contratado.

Entre la creatividad, invento y trabajo descubrí que Fe y Alegría San Javier del Valle es más que un colegio internado. En el comedor, en los recesos de la noche, en el salón, en los juegos, en las horas de estudio y en la eucaristía, viví con ellos el sentido de familia que está profundamente llena de valor, de visión del presente y del futuro. 

Leyendo el testamento mencionado reconozco que la chispa que mueve al colegio es el amor. Fui testigo de cómo se mantiene el espíritu de amor y servicio, como San Javier educa a los suyos para que entreguen todo, para que den todo con corazón abierto, como el colegio educa para el valor del trabajo en lo noble y lo sencillo. Vi a hombres y mujeres apasionados por enseñar, en donde todos se sienten educadores, convencidos que educar es entregar lo que papá Dios coloca en sus manos en obras concretas. 

Me encontré con una familia que tiene a Dios como centro e inspiración, a San Francisco Javier como modelo de servidor voluntario, a María santísima como ejemplo de entrega y generosidad, al Padre José María Vélaz  y a la Hermana Montes como personas de referencia que no se reservaron nada, que no excluyeron y que abiertamente creyeron, buscaron y apostaron por los jóvenes olvidados.

Gracias  papá Dios que a los buenos sueños le da por seguir naciendo sobre carne y hueso, expresado en la comunidad jesuita, las esclavas del divino corazón, laicos, hombres y mujeres de buena voluntad que siguen  encarnando a Jesús en los sueños apasionados que esclarece el horizonte por modelar en la juventud nuevos corazones, mentes y manos.
Francisco Serrano SJ

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