“Estoy pensado en
ustedes en los que vendrán, en los que no conozco pero amo…”, esta frase que leí
en el testamento del Padre José María Vélaz, le dieron un profundo sentido de
familiaridad a lo vivido en la experiencia de colegio, en el internado Fe y Alegría
San Javier del Valle en el estado Mérida.
En el colegio me
encontré con jóvenes de la región zuliana, llanera y andina, me vi frente a
frente con los hijos de un sueño, me tropecé con una infraestructura, me
encontré con los frutos de una pasión encarnada en rostros de carne y hueso y
en facciones de concreto. Compartí con los chamos de primero a sexto año de
educación media técnica, en el contacto expresamos nuestros sueños, penas y
alegrías y desde la vivencia diaria nos reconocimos amigos, panas y hermanos.
En cada vivencia me
disfrute ver a esta juventud que sueña, que desde el colegio se hace sensible
al trabajo del ordeño y el cultivar la tierra, vi una juventud que se inventa,
que sube a los talleres de electricidad y mecánica a querer aprender armar
piezas y piezas y con sus chispas de ingenio gritan ¡eureka!, reí al son de la
creatividad cuando vi a muchos jóvenes frente a los telares y máquinas de coser
combinando colores y bordados, de seguro que cualquier diseñador los hubiera
contratado.
Entre la creatividad, invento
y trabajo descubrí que Fe y Alegría San Javier del Valle es más que un colegio
internado. En el comedor, en los recesos de la noche, en el salón, en los
juegos, en las horas de estudio y en la eucaristía, viví con ellos el sentido
de familia que está profundamente llena de valor, de visión del presente y del
futuro.

Me encontré con una
familia que tiene a Dios como centro e inspiración, a San Francisco Javier como
modelo de servidor voluntario, a María santísima como ejemplo de entrega y generosidad,
al Padre José María Vélaz y a la Hermana
Montes como personas de referencia que no se reservaron nada, que no excluyeron
y que abiertamente creyeron, buscaron y apostaron por los jóvenes olvidados.
Gracias papá Dios que a los buenos sueños le da por seguir
naciendo sobre carne y hueso, expresado en la comunidad jesuita, las esclavas del
divino corazón, laicos, hombres y mujeres de buena voluntad que siguen encarnando a Jesús en los sueños apasionados
que esclarece el horizonte por modelar en la juventud nuevos corazones, mentes
y manos.
Francisco
Serrano SJ
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