El
pasado 27 de enero en el Colegio Cardenal Marcelo Spínola de Fe y Alegría,
Ubicado en el Tostado, hacia afueras de la ciudad de Barquisimeto estado Lara,
la compañía de Jesús dijo presente en la expo-feria Vocacional, promovida por
las Hermanas Esclavas del Divino Corazón. Actividad que fue dirigida a los
estudiantes de diversificado de la educación técnica media de la institución,
en todas sus especialidades, que fueron participando por grupos en función de
un circuito, ya que se contaba con la participación de otras congregaciones,
como lo son las Hermanas Misioneras de la Inmaculada Concepción, las Hermanas
del Instituto de Religiosas San José de
Gerona, y las hermanas de la Congregación Esclavas del Divino Corazón.
Preparar como llegar, que ruta usar, que llevar, que
decir, y en qué modo, ya que era para
jóvenes de una escuela técnica, fue una labor orientada por los compañeros de
la Comunidad del Noviciado San Pedro Claver, pero tuvo un toque especial que lo
dio la gracia del Espíritu. Una gracia única y especial que permite la armonía
de trabajar en equipo, de unir criterios productivos para lograr ser efectivos,
al momento de dar el mensaje de Jesús a tantos jóvenes que nos estaban
esperando.
Llegar a la institución y ver qué grande es la
infraestructura del colegio, me hizo recordar las cartas del P. José María
Velaz –Fundador de Fe Y Alegría- un hombre que soñó en grande, y que no solo
soñó, sino que se dio por y para los demás, como lo dice el inicio de su
testamento: “Estoy pensando en vosotros, en los que vendrán.” Y percibir
aquella cantidad de estudiantes, me daba cuan alegría en mi ser, y sentir que
la fuerza que tuvo el P. Velaz de soñar e inspirar a otros, no vino de sí
mismo, sino vino de la Gracia del Espíritu que le permitió darse, para que hoy
tantas personas que inician su vida, puedan formarse en lo académico, en lo
humano, y apostar por ser gente de buen corazón, llenos de Fe y Alegría.
Llegado el momento de la actividad, fueron pasando los
estudiantes por pequeños grupos a los diversos stands, por un espacio de cinco
minutos aproximadamente. En el interactuar con ellos fue una experiencia
estupenda y de gran reto, porque era transmitir en ese intervalo de tiempo
nuestro carisma como Jesuitas, quienes somos, que hacemos y donde estamos. Muy
pocos conocían de la compañía, lo que se iba haciendo más interesante y desafiante,
de cómo transmitir en cinco minutos lo planificado, que era para más tiempo. Y
es aquí como Jesús de Nazaret se hace presente en este contexto, y a su vez
como percibirle, en el momento de la interacción, para que se hiciese amena y
fructuosa.
En tres aspectos fundamentales de la vida del Jesuita se
basó la experiencia del compartir. Una de ellas es la oración, que es un
encuentro cercano con el DIOS de la vida, que es una experiencia única, una
relación que nunca se acaba –excepto si yo quiero- y si yo quisiera acabarla,
aun así DIOS no se aparta y que permite
desde el silencio sentirse amado, escuchado, acompañado. Otro aspecto fue la
eucaristía, el cómo encontrarme con Jesús sacramentado, aquel que nos da
fuerza, nos nutre de vitalidad e impulsa a seguir apostando en hacer el bien
por y con los demás. Y el otro aspecto que hacia el trio perfecto es la cultura
del encuentro, el abrirnos a estar con otros, trabajar en equipo, ir donde
otros nos necesiten, donde nuestra opción es la disponibilidad por la Misión
que Jesús nos ha encomendado.
Además
se compartía la frase: “ser contemplativos
en la acción”, lo que esta implica, el estar atentos con todos nuestros
sentidos, y percibir como DIOS nos habla en medio de lo que se va realizando en
nuestra vida, de mostrarles que a nuestro Señor también se le encuentra en
medio de nuestros hermanos, familias, amigos, en las personas necesitadas y en
todos aquellos y aquello que está a nuestro alrededor. Al explicar todo esto,
sentir sus miradas como muestra de atención y de interés en conocer nuestra
experiencia de DIOS, hacía muy feliz nuestro ser y motiva a continuar este
camino de Jesús, en seguir sus huellas.
Finalmente desde un agradecimiento
profundo con DIOS, de cómo iba suscitando el encuentro, se les hacia la
invitación de plantearse la vida como una vocación, pero no una vocación primeramente
a ser sacerdote, religioso, o religiosa, sino una vocación a ser feliz, vivir
la vida con gratitud, apostando a ser serviciales, desde una experiencia
cercana con Jesús, aprovechando las oportunidades que Él mismo nos regala en la
vida.
Gerson Durán S.J.
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