Durante esta Semana Santa
tuve la oportunidad de participar en el campamento misión de Huellas Azules 1
de la región eje fronterizo. Este se realizó en el pueblo de Orope, Edo
Táchira. Asistieron aproximadamente 20 colaboradores y asesores de diferentes
partes del país y 56 huellistas de los estados Apure y Táchira. En mi caso,
estuve colaborando en la comisión de cocina, realizando el desayuno, el
almuerzo y la cena para el conjunto de personas que allí nos encontrábamos.
La comida es para todos un
punto de encuentro, de compartir y de renovar fuerzas. La manera de saciar una
de las necesidades primarias y para muchos la más importante y placentera de
todas. Jesús disfrutaba justamente de eso, de sentarse a la mesa y con sus
amigos entablar conversaciones, construir relaciones, hacer hermanos, construir
caminos.

Pude en medio de las conversas
y el compartir conocer un poco más la vida del huellista, valorar la propuesta
que se le ofrece al chamo y reconocer que aun en medio de dificultades, de grupos
extremistas, de escasez y bachaqueo, realidades propias del pueblo y la región,
los jóvenes de huellas siguen manteniendo la mirada puesta en Jesús, primer
caminante, poseen una capacidad increíble de contagiar ánimo y alegría, tienen
la disposición y las ganas de trabajar con los más pequeños, de transmitir la
energía de su juventud, de compartir el amor de Jesús.
Al final de la experiencia
son las palabras de agradecimiento, los gestos de cariño y los regalos de
retribución la mejor forma de cerrar la semana. Durante esta semana fui testigo
de la alegría de celebrar a Jesús resucitado y presente en medio de nosotros,
dando ánimo, impulsándonos a dar más, invitándonos a seguir reconociéndolo en
el encuentro con el otro y en el servicio desinteresado.

Juan
Hellburg SJ
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