“Juventud, amistad y familia”
Del 31 de Julio
al 5 de Agosto vivimos la experiencia del XXIV Campamento Nacional de Huellas Verdes,
una vivencia que definimos con las palabras de San Ignacio de Loyola: “DE COMPAÑEROS A AMIGOS EN EL SEÑOR”,
conscientes que es el Dios de Jesús, Él Dios joven que nos convoca y nos reúne
en su presencia para festejar el encuentro desde la juventud y la fraternidad.
Una vivencia que contó con la asistencia de 240 jóvenes de toda Venezuela, la
cual comenzó con el calor de la alegría, con la novedad de rostros nuevos, al
igual que los chamos, para nosotros era nuestro primer campamento; pero aun
siendo el primero no faltaron las anécdotas de un grupo de amigos y conocidos
que nos ilustraban desde su experiencia marcada por la alegría lo que
viviríamos en el Campamento Huellas Verdes.
El primer paso
dentro del campamento fue la reunión del equipo organizador, en donde compartimos
nuestros nombres, escuchar de los otros la experiencia de las actividades
anteriores, el sello de lo distintivo en este campamento, nuestros deseos de
estar allí y las ganas de trabajar, encomendándole a papá Dios cada actividad para
que los campistas disfrutaran todas las vivencias propias de un Campamento
Huellas Verdes. La reunión de la
comisión estuvo acompañado de la diversidad de expresiones y de acentos que
enriquecen nuestra cultura, escuchamos frases como ¡uy, uy no, no, no! de nuestros hermanos de la región andina, hasta un ¡sisisi
muchacho! de nuestro amigos de la zona oriente; pues al igual que los
jóvenes, la comisión encargada del campamento, venían de distintos estados de
Venezuela, pero en la diversidad un mismo horizonte, vivir el Campamento
Huellas Verdes desde el Dios de Jesús que nos hace amigos y hermanos.
Llego el día
viernes 31 de Julio, día esperado por todo el equipo organizador, se recibieron
a los jóvenes con músicas, con cantos, con dinámicas, comenzando a vibrar un
ambiente familiar que nos acompañó durante todo el Campamento.
Vivir el Campamento
formando parte del equipo organizador nos permitió asumir retos desde la
capacidad y el ingenio creativo, pero sobre todo en compañía de un grupo de
personas que animaban y apoyaban el quehacer de las actividades, dándole un
valor agregado al trabajo en equipo que trascendía en el sentir fraterno.
Una mirada desde la ventana de equipo organizador nos permitió ser testigo del sentir a los muchachos disfrutarse las actividades y los encuentros: bailes, salidas, dinámicas, cantos, oración, eucaristía, jornada social, sin duda alguna nuestro cansancio descansaba en cada sonrisa, en abrazos, en la alegría, en la hermandad que se respiraba en la Escuela de Fe y Alegría La Rinconada.
Una mirada desde la ventana de equipo organizador nos permitió ser testigo del sentir a los muchachos disfrutarse las actividades y los encuentros: bailes, salidas, dinámicas, cantos, oración, eucaristía, jornada social, sin duda alguna nuestro cansancio descansaba en cada sonrisa, en abrazos, en la alegría, en la hermandad que se respiraba en la Escuela de Fe y Alegría La Rinconada.
El Campamento saco
muchas risas, chistes, abrazos, saltos; la dinámica más popular ¡Pan integral,
panpanpan integral…! Canciones bailadas hasta con coreografía incluida, y que eran
acompañada con euforia por toda la muchachada entre gritos, bailes y palmadas.
Nuestros
muchachos vivieron muchas experiencias, entre las significativas destacamos: la
subida al parque Waraira Repano, una actividad
entre la flora y fauna que caracteriza al bosque, la subida fue
distinguida por el encuentro con el saber al aire libre y la algarabía juvenil,
cumpliendo con el decálogo huellista “un huellista conoce y ama su país”,
siendo ellos testigos de una gran riqueza natural, en las instalaciones del
bosque se preparó unas estaciones en las cuales conocían de la historia del
parque, de la diversidad de árboles y animales que le integran, y sobre todo
aportar ideas para fortalecer la convivencia ciudadana en el cuidado y
resguardo del patrimonio natural, y durante el recorrido pudieron disfrutar de
una vista hermosa de la ciudad de Caracas.
Otra
actividad que la juventud huellista se pudo disfrutar fue el “espacio de la reconciliación”, una
vivencia marcada al principio por la oración comunitaria, y desde allí los
muchachos se acercaron al sacramento de la confesión, ofreciéndole a papá Dios
su persona, en compañía de los sacerdotes y hermanos jesuitas.
La experiencia que marcó a los huellistas fue la visita a la casa hogar de
ancianos y niños, les permitió conocer otras realidades en las que también papá
Dios se encarna y habla a través de ellas. Un contacto con la inocencia de los
niños y abuelos un constante dar y recibir cariño, risas, abrazos, en medio del
asombro de muchos jóvenes que se sintieron invitados “en todo amar y servir”.
Escuchar
y ver los rostros de cada campista de Huellas Verdes, nos basta para hoy poder
decir que el encuentro nos invitó a crecer en la hermandad, porque al final la
muchachada lloraba expresando con lágrimas que el querer y sentir al otro como
hermano es posible, en el llanto se sellaba un compromiso: el volverse a ver,
el escribirse, llamarse, buscarse por
las redes sociales, orar, no como compañeros sino como amigos en el Señor, el
mismo Señor que es él Dios de los cielos que nos convoca y nos invita a
reconocernos hermanos en medio de la distancia. No dudamos que huellas es más
que un movimiento, es hoy un sentimiento que brota con el sello del corazón, que
se vive, se canta y se goza desde la
espiritualidad ignaciana.
El Campamento
Huelles Verdes 2015, un encuentro marcado por una experiencia espiritual con la
juventud, en quienes se evidenció que construir fraternidad desde y con el otro
es una realidad, siendo esto una novedad que se vivió en la escucha, en el
compartir con personas de distintas regiones de Venezuela. Este campamento un lugar que posibilita el
encuentro reconociendo que no existen fronteras y que la juventud venezolana
como dice el canto de huellas se inventa, cree y construye un patria que
dialoga, ama y sueña desde un ¡Nawuara, hasta un que molleja!
Francisco
Serrano Wellman SJ
Gerson
Durán Nossa SJ







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