El sector social de la Compañía de Jesús en Venezuela
se encuentra en un constante discernimiento sobre cómo podemos transformar las
estructuras de injusticia, desigualdad; las
actitudes de hostilidad hacia los refugiados, migrantes y desplazados internos;
la intolerancia y los conflictos étnico-religioso-políticos; el maltrato hacia
nuestro hogar común que afectan de manera directa a las personas más pobres. Esto
lo buscamos juntos en comunidad; obras diferentes pero con un mismo espíritu
que nos impulsa a llevar un mensaje de esperanza y misericordia a todo el
mundo.
Los novicios de primer año tuvimos la oportunidad de
participar en un encuentro con las personas que le dan corazón y manos a estos
sueños; fueron dos días en un ambiente de retiro espiritual, que estuvo
dirigido por el P. Arturo Peraza SJ, en el cual interiorizamos en la elección
del Padre General y sus homilías, el decreto 1 de la congregación general 36 “Compañeros en una misión de reconciliación y
justicia”, la importancia del discernimiento comunitario y el trabajo en
colaboración con otros en la Missio Dei
(Misión de Dios).
La actividad se desarrolló del siguiente modo: se
presentaba el tema, luego teníamos un momento de reflexión personal y después
compartíamos las cosas que nos hacían eco en grupos de trabajo; el último día
hubo un momento de plenaria para compartir las impresiones que el espíritu
suscitó en nosotros internamente durante los 3 días. En ese último espacio
resaltamos la importancia del trabajo en redes, la necesidad de tomar acciones
en pro de la crisis socio-ambiental, la reafirmación de la opción preferencial
por los pobres, el compromiso de formarnos para dar siempre el Magis y la importancia de saber que
seguimos dando pasos para lograr las cosas “imposibles”
con la esperanza firme en que para Dios “no
hay nada imposible”.
Sabemos que no estamos solos, que somos muchos los
hombres y mujeres que hoy estamos dando la vida por los demás; por amor, en el
amor y desde el amor. Juntos, como hermanos, buscamos crear oportunidades en un
mundo donde no todos tienen opciones dignas de desarrollo humano. Juntos,
además de soñarlo, trabajamos día a día por hacer realidad no sólo lo improbable sino lo imposible, para la mayor gloria de Dios.


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