Cada 14 de enero desde hace 161
años, el pueblo Larense – junto a algunos invitados- se concentra en Santa Rosa
para recibir a su Madre, que sale al encuentro con el pueblo. Este año tuve la
oportunidad de formar parte de esta tradición junto a algunos familiares y
amigos quienes, por ser la primera vez que asistían, quedaron sorprendidos por
la cantidad de personas congregadas en un mismo sitio; sin duda, un objetivo
difícil de lograr.  
Ha sido muy conmovedor descubrir
cómo detrás de cada advocación y aparición diferente se encuentra simplemente a
María, una mujer valiente que un día aceptó la voluntad de Papá Dios y que, a
pesar de las dificultades, los esquemas sociales y lo que otros esperaban de
ella, se comprometió con un proyecto que la convirtió en el portal de la
redención, el génesis de la historia de la salvación que se concreta en Jesús.  
Sin lugar a dudas, en una
sociedad tan clasificada, tan etiquetada, es muy agradable sentirse parte de
este grupo, saberse miembro de un mismo rebaño: uno que, guiado por María,
camina hacia Jesús y construye a su vez el Reino de Dios, en la medida en que
nos reconocemos como hijos suyo, hermanos en Jesús y responsables de su
proyecto de justicia, misericordia y solidaridad.
                                                                                                                                       Juan Hellburg SJ

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