Tuesday, January 16, 2018

Experiencia de Hospital en el Pequeño Cottolengo Don Orione.

La experiencia del Cottolengo me acerco más a un Jesús vivo en medio de nosotros que se hizo hombre para estar y padecer con la humanidad, de allí que, acompañar a los muchachos con parálisis cerebral, autismo, síndrome Down y retraso mental en su mayoría, fue de gran sensibilidad humana, porque su inocencia y amor lo cubría todo, mis miedos y expectativas que al principio traía por ser una misión que nunca me había tocado vivir se desaparecieron, ahora era uno más de la familia  que se puso al servicio de ellos,  los amados  y bienaventurados del Señor.

La atención diaria a los muchachos cambiaba según las necesidades del día, en lo personal siempre estaba disponible para la misión y con la gratuidad que eso requiere, lo comúnmente que hacía en las mañanas era bañar y vestir al pabellón de Betania y Nazaret donde están los residentes de parálisis cerebral que dependían de una atención total. Luego de eso, me unía a la cocina para ayudar hacer el desayuno y parte del almuerzo de todos los que hacíamos vida en el Cottolengo, en varias ocasiones me toco ser el arepero, labor que con todo el gusto hice por saber que estaba haciéndoles las arepas a los muchachos.

Seguidamente venia la limpieza de algunas áreas, momentos de oración ignaciana y reflexión personal y compartir con los muchachos de los distintos pabellones, eran momentos que disfrutaba muchísimo. Y en esa sintonía,  siempre estuvo en mi mente el Evangelio de Mateo 25:36-40“estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí”. Cada palabra de esa línea la viví con intensidad en el Cottolengo y sin planificación alguna, todo se fue dando en el camino y en ese andar me iba haciendo al modo de Jesús.  Tuve la oportunidad de visitar varias Comisarías policiales donde estaban detenidos hombres y mujeres, esta acción se realizó  gracias a los voluntarios del Cottolengo, gracias a la Divina Providencia pudimos  en navidad dar  arepas rellenas con jugo como símbolo de caridad y solidaridad. Además, visitamos el basurero de Pavia con el mismo fin, el impacto que recibí de dicha diligencia fue vital para entender la misión de la Iglesia en estos tiempos de hambre y miseria, acercarse a la realidad de las periferias donde reina la desigualdad social y allí ser profetas de esperanza  como lo invita el Papa Francisco.

La experiencia de mes en el Cottolengo fortaleció mi vocación, me hizo profundizar más  en el servicio y amor a los demás, en darme sin medida, porque todo lo que hacía era para mayor Gloria de Dios, y de nuevo escuchaba en mi interior el Evangelio de Mateo que marco mi misión, “Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis”. Allí estaba Jesús encarnado, y con la mirada de cada joven me animaba a seguirle con más fuerza y entrega, eso me daba mucha felicidad, a gusto me sentía estar en una obra de caridad, pude aterrizar en humildad, tolerancia y  ganar en libertad, todo esto fue producto de la Gracia de Dios, nunca me sentí solo, más bien su presencia  me acompañaba en la misión y me enseñaba como Buen Maestro.

                                                                                                   Erven Manuel Amaya Gauna NSJ 

No comments:

Post a Comment