Cada fin de semana los novicios nos vamos de
pastoral a Pavía, gustosos de encontrarnos con personas que nos hacen sentir en
casa y en familia. Sin embargo, el pasado 11 de febrero fue diferente para mí,
un pequeño percance de salud me impidió ir a Padre Diego, la comunidad en la
que desarrollo mi apostolado. Por lo que me quedé en casa, donde se iba a
desarrollar la convivencia de la Comunidad Vocacional Padre Alberto Hurtado
(CVPAH) animada por el P. Alejandro Vera SJ.
Las circunstancias me llevaron a compartir el día
con estos jóvenes, que llegaron desde diversos sectores de los Estados Lara y
Portuguesa. Algunos se notaban ansiosos y con muchas dudas, otros un tanto
escépticos, pero el motivo que los llevó a encontrarse fue propiciando un clima
idóneo para compartir sus dudas e inquietudes trascendentales. La pregunta que
cada uno se formulaba de diversas maneras terminaba decantando en el sentido de
la vida y la invitación que Papá Dios va haciendo a cada uno.
Para mí fue un día de muchas mociones, fue responder
a otros lo que tantas veces me pregunté en silencio. Significó abrir mi corazón
y mi vida para tratar de animar la vida de otros. Respondí preguntas sobre la
pobreza, el amor, la Compañía de Jesús, mi familia, mis amigos, la castidad, mi
proceso vocacional y la vida religiosa. Recordé con emoción muchos de mis
“porqué y para qué”. También venía a mi mente aquella respuesta de Dizzi, que
siempre agradecí, cuando le pregunté en Valle Verde sí estaba cansado de mis
preguntas y me dijo: “A mí también alguien, en algún momento, me respondió esas
dudas”.
Jesús sigue siendo fuego que enciende otros fuegos,
Papá Dios sigue hablando al corazón de miles de jóvenes y nos invita a darnos a
los demás. Nosotros, jóvenes, tenemos el reto de no ser sordos para oírle en
medio del ruido, no ser ciegos para poder verle en medio de los que sufren y no
ser mudos para denunciar las injusticias. Tenemos el reto de contemplar su
presencia activa en medio de nosotros, de nuestra realidad y cotidianidad, y
tenemos el reto de responder con ánimo y alegría a la invitación que nos va
haciendo.
Jesús Linares SJ
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