Monday, February 20, 2017

Un Dios que nos habla al corazón.

Cada fin de semana los novicios nos vamos de pastoral a Pavía, gustosos de encontrarnos con personas que nos hacen sentir en casa y en familia. Sin embargo, el pasado 11 de febrero fue diferente para mí, un pequeño percance de salud me impidió ir a Padre Diego, la comunidad en la que desarrollo mi apostolado. Por lo que me quedé en casa, donde se iba a desarrollar la convivencia de la Comunidad Vocacional Padre Alberto Hurtado (CVPAH) animada por el P. Alejandro Vera SJ.

Las circunstancias me llevaron a compartir el día con estos jóvenes, que llegaron desde diversos sectores de los Estados Lara y Portuguesa. Algunos se notaban ansiosos y con muchas dudas, otros un tanto escépticos, pero el motivo que los llevó a encontrarse fue propiciando un clima idóneo para compartir sus dudas e inquietudes trascendentales. La pregunta que cada uno se formulaba de diversas maneras terminaba decantando en el sentido de la vida y la invitación que Papá Dios va haciendo a cada uno.

El P. Alejandro Vera animó la convivencia, generando espacios para que los participantes compartieran entre ellos lo que se preguntan en esta etapa de su vida y cómo van sintiendo la vida religiosa como una opción; también pudieron tomar un tiempo para la meditación y reflexión personal sobre el propio llamado y la invitación concreta que Dios les realiza hoy, a ellos, en medio de este contexto particular, porque el Dios que nos dio a su hijo por Amor sigue tomándose el tiempo de mirarnos de forma personal a los ojos, llamarnos por nuestro nombre, enamorarnos, e invitarnos a que sigamos a su hijo para construir una sociedad fraterna, en donde los últimos sean los primeros.

Finalmente, luego de compartir el almuerzo en familia, el P. Alejandro presentó CVPAH a los muchachos y respondió todas las preguntas que estos hicieron sobre el programa. Los jóvenes se animaron a plasmar en papel su impresión sobre esta opción de discernimiento que hoy propone la Compañía de Jesús. En la capilla agradecimos al Dios de la vida la oportunidad de vernos y reconocernos invitados por Él. Siempre es dichoso saber que no estamos solos en el camino. Los muchachos se fueron con el corazón alegre. Dios irá hablando a cada uno de ellos en el proceso de discernimiento que decidan tomar.

Para mí fue un día de muchas mociones, fue responder a otros lo que tantas veces me pregunté en silencio. Significó abrir mi corazón y mi vida para tratar de animar la vida de otros. Respondí preguntas sobre la pobreza, el amor, la Compañía de Jesús, mi familia, mis amigos, la castidad, mi proceso vocacional y la vida religiosa. Recordé con emoción muchos de mis “porqué y para qué”. También venía a mi mente aquella respuesta de Dizzi, que siempre agradecí, cuando le pregunté en Valle Verde sí estaba cansado de mis preguntas y me dijo: “A mí también alguien, en algún momento, me respondió esas dudas”.

Jesús sigue siendo fuego que enciende otros fuegos, Papá Dios sigue hablando al corazón de miles de jóvenes y nos invita a darnos a los demás. Nosotros, jóvenes, tenemos el reto de no ser sordos para oírle en medio del ruido, no ser ciegos para poder verle en medio de los que sufren y no ser mudos para denunciar las injusticias. Tenemos el reto de contemplar su presencia activa en medio de nosotros, de nuestra realidad y cotidianidad, y tenemos el reto de responder con ánimo y alegría a la invitación que nos va haciendo.
Jesús Linares SJ



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