Agradecemos a Papá Dios con profunda
alegría su compañía y atención a nuestras vidas, a nuestra historia, aprendimos
a encontrarnos desde la historia con quien historia se hizo. Su palabra en
nosotros seguirá siendo don, don para seguir confiando en su compañía, en
seguir caminando reconociéndonos hermanos en la acogida y la hospitalidad. Su
palabra nos ha permitido priorizar nuestra opción y nuestra experiencia de
consagración. Su palabra nos ha permitido tener presente nuestra identidad con
Jesús de Nazareth.
Agradecemos con ternura a nuestras
familias, siendo ellas el semillero de nuestra vocación, vocación a la vida, al
amor, a la entrega y al servicio. Ustedes en la crianza nos han enseñado que
tiene sentido nuestra historia viviendo como hermanos, a valorar el trabajo,
atrevernos a confiar en amigos, a soñar apasionadamente, a estudiar con
sacrificios. Ustedes siempre se han hecho los encontradizos para nosotros, y
hemos encontrado en ustedes la apuesta y el sentido de vivir en familia.
Agradecemos a la iglesia, a nuestras
parroquias, en las personas de las Hermanas De San José de Tarbes y las
Agustinas Recoletas del Sagrado Corazón de Jesús, quienes nos han mostrado un
estilo, un modo, un carisma de vivir en la persona de Jesús de Nazaret. Junto a
ellas hemos aprendido a sentir y construir el horizonte que como iglesia
encarnada queremos caminar.
Agradecemos la vida de nuestros amigos
con quienes hemos compartido un horizonte de servicio, de lucha, entrega y
compromiso y sus rostros han quedado grabado en la tinta indeleble de sus
buenas acciones.
Agradecemos a las comunidades que nos
han acompañado en este peregrinar. Estamos profundamente agradecidos con las
comunidades eclesiales de base de la Carucieña, con la comunidad de Tapa e
‘piedra, Padre Diego y entrada de Piedra Colorada. Junto a ustedes aprendimos a
compartir el evangelio, vivo en sus acciones, trabajos y en ese deseo profundo
de vivir la vida con alegría y esperanza. Nos han enseñado a sentir y comprender que el sentido de la
comunión trasciende la distancia y la diferencia, han sido ustedes parte de
nuestra familia que nos han permitido profundizar en el amor, de ese amor en
apertura y comunicación de corazón profundamente cargado de hospitalidad,
generosidad, acompañamiento y acogida.

Agradecemos nuestra misión compartida
con la Iglesia barquisimetana, en construir iglesia juntos, reconociéndonos
distintos, pero unidos en un mismo corazón y horizonte, por ello agradecemos al
Pequeño Cottolengo, la Pastoral Vocacional Arquidiocesana, el Intercongregacional.
Agradecimos al IUJO de Barquisimeto por brindarnos la oportunidad de crecer en
la escucha al lado de la juventud que sueña por construir un país con dignidad
humana, reconociendo que lo concreto del testimonio permite que otros se acerquen
para expresar su sentir.
Agradecemos
a la Compañía de Jesús y junto a ella a nuestros hermanos de la Provincia
Venezolana, con quienes hemos compartido el tiempo de noviciado, quienes con
sencillez y vida fraterna han sabido expresar la vivencia pública de la
fraternidad, la solidaridad, el acompañamiento, la disposición y atención de
nuestras comunidades jesuíticas y las comunidades de misión, lo que en nosotros
confirma que nuestra experiencia religiosa es fruto de la gracia y don de DIOS,
en reconocernos hermanos en relación a Jesús y al mundo. Nuestra historia ha
sido construida y trazada en el camino, en familia y en este mismo sentir
agradecemos por la vida de nuestros hermanos jesuitas que han partido a la casa
del Padre, pero que su labor y recuerdo perdura en la huella inquebrantable del
tiempo que hoy nos permite celebrar junto a este pueblo cien años sembrando
esperanza, cien años juntando las fuerzas para seguir remando mar adentro,
reconociéndonos frágiles en manos de un amor infinito, capaces de buscar a DIOS
en el camino sintiéndonos siempre peregrinos.
Gracias, Señor, Gracias…
Francisco
A. Serrano Wellman SJ
Gerson
A. Durán Nossa SJ
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